miércoles, 7 de julio de 2010

Análisis Iconográfico de Bailarinas en Azul.





En esta pintura se puede identificar a 4 bailarinas de ballet que se encuentran dispuestas según la sección Áurea, a pesar de que se considere impresionismo la formación académica del autor hace que no pierda la forma de componer del renacimiento, las bailarinas adoptan distintas posiciones con sus cuerpos, los cuales fueron previamente estudiados por Degas, en cuanto a la composición se observa dos diagonal marcadas, una de ellas se encuentra en la parte inferior izquierda hacia la parte superior derecha la cual esta marcada por las tres bailarinas que están dispuestas en esta diagonal, la otra diagonal se ubica en la parte derecha inferior y cruza hasta la parte superior izquierda contemplado en su paso a dos bailarinas.

La primera de ellas es la bailarina que se encuentra frontal en el costado izquierdo, en el primer tercio horizontal del cuadro, la cual tiene un vestido celeste con un amarillo muy sutil, también se aprecia un escote que deja ver sus hombros, el brazo izquierdo se encuentra apoyado en el pecho de ella y el derecho esta extendido afirmado en el fondo del lugar, la cabeza se encuentra apoyada por su mentón en el hombro izquierdo, lo que conlleva a su mirada también se encuentra hacia ese lado.

La bailarina numero 2, marca el centro del cuadro y se encuentra de espalda hacia el espectador de la obra, tiene un vestido de color celeste, muestra un escote pronunciado en la espalda sus manos acomodan los tirantes de este y su cabeza esta levemente inclinada hacia su hombro derecho, su pelo esta tomado.

La tercera bailarina se encuentra de espalda en el primer tercio del lado derecho detrás de la numero dos, se logra observar parte de los tirantes del vestido celeste, el que se acomodando con su mano derecha, mientras que su brazo izquierdo esta cubriendo parte de su boca, la mirada es hacia atrás del lugar.

Lectura Interpretativa o Connotativa

A Degas le gustaban las bailarinas. Sus posturas graciosas o sus gestos de cansancio le inspiraron muchos cuadros, todos en búsqueda de la autenticidad. “El mismo tema hay que rehacerlo una y mil veces. En arte nada puede parecer un accidente ni siquiera el movimiento” (Gispert, Carlos, 1988, p.248).

Esta obra nos ofrece figuras espontáneas, plasmadas en perspectivas, ángulos y movimientos inusuales. Esta obra guarda una belleza atrapada a través de los tiempos, con sutiles armonías buscando inducir al espectador en un instante fugaz que pudo captar Degas con bastante precisión. Esta obra nos habla de movimiento, de posturas naturales y espontáneas.

El gesto nos muestra el momento en que la concentración se afloja y el cuerpo de las bailarinas tiende a relajarse, logrado Degas capturar en esta escena el esfuerzo de un aprendizaje y rigor implacable del ballet, a través del dibujo, los colores fuertes, brillantes y de gran expresividad, prescindiendo de la línea precisa.

Son cuatro mujeres haciendo una acción diferente preparándose para salir a escena, en un estado de relajación pero a la vez de posturas precisas que acentúan direcciones complementarias. Los colores que predominan son los azules, es una pintura oscura y las pinceladas dan profundidad y textura, las formas son poco detalladas pero definidas sencillas y delicadas, las sombras tienen mucho protagonismo ya que toman a las bailarinas y las envuelven en un lugar que podría definirse como un salón, pero que en el fondo es la naturaleza misma.

Esta obra presenta los bordes cortados, al igual que otras obras, lo que le da un enfoque preciso a lo que se quiere mostrar el momento exacto antes de salir al escenario cuando los bailarines realizan los últimos retoques a sus vestimentas.

El vestuario a demás de su sutileza nos presenta un toque de sensualidad por el corte en el sector del pecho y la espalda, el color de los vestidos esta dado por los tonos fríos utilizando colores fríos los que son considerados por asociación con el agua al azul, violeta y verdoso. Los colores fríos en matices claros expresan delicadeza, frescura, expansión, descanso, soledad, esperanza y paz y en los matices oscuros con predominio de azul, melancolía, reserva, misterio, depresión y pesadez.

Clasico

Edgar Degas




Edgar Degas nació en París en 1834, en el seno de una familia noble y culta. Su madre era de origen norteamericano, pero murió cuando Degas tenía 13 años. Su padre, Auguste Degas, era un banquero amigo de coleccionistas y enamorado de las artes, aunque negado a educar artísticamente a su hijo. Junto a su padre, Edgar visitó varias veces el Louvre, y estas visitas fueron las que lo impulsaron a enamorarse de la pintura.
El joven Degas inició la carrera de Derecho, la cual abandonó en 1854, a sus veinte años, para dedicarse a la pintura. Así, ingresó en la Escuela de Bellas Artes como discípulo de Louis Lamothe, quien le inculcó el amor por los pintores clásicos del Renacimiento y el culto al dibujo.

Otro de sus influyentes fue el célebre pintor Manet, líder de los artistas jóvenes, a quien conoció mientras Edgar copiaba La Infanta Margarita, de Velázquez, en el Louvre. Manet lo introdujo en los ambientes parisinos de moda, que causaron un cambio en la temática de su obra, un aclaración de su paleta y una perspectiva de la figura humana más estudiada, que posteriormente se hace evidente en retratos como el de su hermana Marguerite. Su obra sufrió una pausa cuando, en 1870, Degas se enlistó en el ejército nacional, que defendía París. Aquí es donde por primera vez se le diagnostica una baja agudeza visual, que empeoró durante el resto de su vida.
Finalizada la guerra, Degas visitó a su hermano René en Nueva Orleáns. Aquí hizo retratos de algunos de sus familiares trabajando, y fueron expuestos en la primera exhibición impresionista de 1873. Al año siguiente murió su padre, dejando a su familia con varias deudas que fueron cubiertas con el patrimonio de Edgar y René. Sin casa ni capital económico, Edgar Degas continuó vendiendo sus obras con un éxito progresivo, hasta que recuperó su fortuna y reinstaló su colección de trabajos de artistas que él admiraba, como El Greco, Delacroix, Cèzanne, Gauguin, Van Gogh, Ingres y Manet.

A medida que los años pasaron, Degas se aisló, en parte debido a su creencia de que "un pintor no puede tener vida personal". Mientras, trabajó en pastel hasta fines del año 1907, y también haciendo escultura hasta fines de 1910. Dejó de trabajar en 1912, cuando la demolición de su residencia en la rue Victor Massé lo forzó a mudarse al boulevard de Clichy. Nunca se casó y pasó los últimos años de su vida prácticamente ciego "vagando sin sentido por las calles de París", hasta morir en 1917.

martes, 6 de julio de 2010

Dancing

Diferencias entre danza y expresión corporal.


La Expresión Corporal es una disciplina que concede un lugar a la manifestación del cuerpo, desde su lenguaje primordial: el movimiento. Movimiento presente desde la concepción del ser humano, en el vientre materno. Lenguaje expresivo, que acompaña, contiene, posibilita su crecimiento, evolución y desarrollo, siendo además una forma diferente de comunicación.

El cuerpo sujeto se expresa más allá de la palabra. “La comunicación oral se acompaña con un sinnúmero de pequeños movimientos: gestos, miradas, reclinaciones de cabeza que, en su hacer constante, definen y dan sentido al significado de la deliciosa tarea de la plática de los aconteceres cotidianos” (Blostein, 2006, p.1)

Sin embargo, la presencia del cuerpo en lo cotidiano se encuentra desdibujada y sólo existe en situaciones particulares, como ser, ante la presencia del dolor, la enfermedad o el cansancio.

“En el cuerpo, no existen movimientos lindos o feos, cada movimiento, cada danza personal tiene valor por sí misma, pues expresa las emociones y sentimientos profundos que se encuentran en el interior del ser humano. Un mundo de significaciones ricas en imágenes, formas, colores, texturas que se proyectan en el espacio: mudo receptor y contenedor de escenas danzadas que comunican realidades interiores. Realidades difíciles de poder ser manifestadas por la palabra” (Blostein, 2006, p.2).
Se podría concebir una formar de comunicación con sigo mismo y con los demás seres humanos. Logrando tener otra forma de llegar al pensamiento desde la acción, la vivencia. Reconocerse y encontrarse con este cuerpo que esta siempre presente y sin embargo, la mayoría del tiempo las personas lo consideren como medio de expresión.

La expresión corporal no debe ser confundida con la danza: Porque si bien toda danza (aún sin quererlo) es expresión corporal, no toda la expresión corporal es danza; aunque todo movimiento, desde el mecánico hasta el simbólico, contiene siempre una gran carga expresiva.

lunes, 5 de julio de 2010

El cuerpo en movimiento como objeto de estudio.


El cuerpo humano en movimiento es un indudable medio de comunicación, el cual se preserva y amplía a través de la danza, expresión artística que ha venido llamando la atención de los estudiosos con una fuerza cada vez más creciente.

El arte tiene en este objeto de estudio un rico y diverso espacio temático de exploración, tanto que los saberes almacenados a través de la teoría y de la investigación empírica sobrepasan los límites de una sola disciplina.

Los seres humanos, todos sienten la necesidad de expresarse, de dar a conocer lo que piensan. Para este fin, se puede utilizar el lenguaje del cuerpo mediante el movimiento, que da paso a la magia de la danza, arte representativo de nuestra sociedad.

Lo central de la misma radica en la disputa acerca de la categoría cuerpo, y sus posibles vinculaciones con la investigación teórica en danza a partir de un enfoque estético.

Este abordaje parte del supuesto, a menudo enunciado en algunos estudios sobre danza. Según Tambutti (2005), a través de una recuperación de las miradas sobre el cuerpo, podemos inferir los fundamentos estético-artísticos explícitos o subyacentes en las obras o discursos sobre la danza por parte de diversos realizadores. De acuerdo con esta perspectiva, el cuerpo, como construcción simbólica, constituye una realidad privilegiada para descubrir los cimientos sobre los que se basa la danza. De modo que según esta perspectiva, el cuerpo se correspondería con la danza, la cual se constituye como manifestación, en gran medida, del mismo.

Asimismo, bajo este enfoque el cuerpo es concebido no como una realidad objetiva ni como un dato, sino como una construcción social y cultural, como “una ficción culturalmente operante, viva [...] con el mismo rango que la comunidad de sentidos y de valor que dibuja su lugar, sus constituyentes, sus conductas, sus imaginarios” (Le Breton, 2002, p.33).

Concepto y tratamiento del cuerpo en la historia del arte.



El cuerpo es “continente de memorias tanto individuales como colectivas, identidades y des-identidades, cosmovisiones, ideologías, aflicciones, pasionalidades, transformaciones. En él habita la noción primitiva de la vida y la muerte, el tiempo y el espacio, el mito y el rito tanto ancestrales como modernos, el ser y la nada, el verbo y la carne, la naturaleza y la cultura, lo material y lo espiritual, el sexo y el género, eros y tánatos, dualidades que ahora el pensamiento posmoderno desintegra, híbrida, colapsa, consensa, reitera, ironiza, anacroniza, desde la heteroglosia de sus polifonías”(Aguilera, Mariano, 2006).

Aceptar que el sujeto no está dado sino que es fundado en sistemas de significados y representaciones culturales requiere apropiarse del hecho de que está encarnado en un cuerpo sexuado. Hombres y mujeres son signados por el cuerpo. Él expresa nuestro universo simbólico. Así, la toma de conciencia de la dimensión del género envuelve “una interpretación de las normas recibidas a través de la sociedad y sus instituciones, una organización y reordenamiento de formas de ver desde la experiencia personal y la historia social, las memorias que construyen y fragmentan al sujeto, memorias heredadas de feminidades y masculinidades diversas”( Aguilera, 2006, p.1). Por tanto, también esta identidad es desdibujada y mutable de acuerdo a los ciclos de vida del sujeto, las experiencias y demás factores históricos, objetivos y subjetivos.

El inicio del estudio del cuerpo humano está íntimamente unido a un período del arte, en el renacimiento donde se ve fuertemente comprometido, la ciencia, arte y anatomía. Considerando así, el renacimiento, como uno de los sinónimos de la época del pensamiento anatómico, donde ya desde la primera mitad del siglo XIV se hacían disecciones de cadáveres con fines científicos, que también eran presenciados casualmente por artistas como una manera de conocer la morfología del cuerpo humano.

Dando origen a un nuevo concepto de artistas dedicados a la ilustración de obras anatómicas. Con el Renacimiento el cuerpo humano dejó de considerarse una cáscara insignificante que albergaba un alma inmortal y fue vista como la obra más perfecta y digna de Dios.